Permítanme sus Señorías que aproveche este espacio para dar mi humilde opinión sobre algo en lo que no soy experto, pero a cuyas conclusiones me lleva el sentido común y la sensatez.
Desde el 14 de marzo estamos viviendo sensaciones de incertidumbre y miedo a lo desconocido. Jamás en la vida habíamos tenido que pasar por una pandemia como la que estamos sufriendo en estos meses. Escuchar las cifras de contagiados, ingresados en UCI,s y fallecidos a diario cae como una losa encima nuestro cada vez que encendemos la televisión o abrimos un periódico.
Por si fuera poco, hemos tenido que presenciar disputas encarnizadas entre aquellos que, teóricamente, deben gestionar este proceso para sacarnos de aquí cuanto antes y con las menores bajas posibles. Hemos sido espectadores de espectáculos bochornosos que nos hacen dudar y mucho de las capacidades de aquellos que deberían ostentar nuestra confianza legítima. Y todo ello mientras nuestros compatriotas fallecían por centenares a causa del Covid-19.
Y ahora nos encontramos con el segundo capítulo. Algunas personas que forman parte del poder judicial, y en quienes también depositamos nuestra confianza, están cuestionando los esfuerzos de las administraciones por salvar el barco del hundimiento total. Y lo malo no es que lo hagan, sino los argumentos que se están utilizando para dejar sin efecto algunas medidas que sólo pretenden reducir el número de contagios y que salgamos ya de este infierno vírico.
Personalmente, no creo que sea momento para que ningún miembro del poder judicial se luzca y pase a la historia como aquel que anuló el uso obligatorio de mascarilla o la prohibición de fumar u otras que se incluyen en las Ordenes de las Consejerías; por meras cuestiones formales.
Todos los que vivimos del mundo del derecho sabemos perfectamente que el derecho formal es muy importante, pero nunca tanto como el derecho material. De hecho, se cuentan por miles las veces que se han dejado de lado las cuestiones formales del derecho para no dañar las sustantivas.
Por tanto, con la venia de sus Señorías, hagamos de este momento lo que debe ser. El momento de la unidad de criterios para que entre todos salgamos cuanto antes de este suplicio. Tiempo habrá en el futuro de emitir sentencias históricas, en materias en las que la vida de nuestros compatriotas no esté en juego.
No olvidemos que entre el derecho formal y el derecho a la vida, éste último sí es el fundamental.