Con el final de junio, comienza la temporada de verano, durante la cual el tráfico aeroportuario aumenta considerablemente. Desde que a mediados de 2022 los bancos centrales iniciaron un cambio radical en su política monetaria (de muy laxa a muy dura), muchos inversores han comparado este cambio con el aterrizaje de un avión, sugiriendo que las economías reducirán su crecimiento debido al aumento de los tipos de interés. Aunque en 2023 el consenso era de un aterrizaje forzoso (una fuerte caída de la inflación y el PIB junto con un aumento del desempleo), a medida que la economía estadounidense seguía desafiando las expectativas, el consenso del mercado comenzó a considerar otras opciones, como un aterrizaje suave (inflación convergiendo al 2% sin un impacto significativo en el crecimiento y la tasa de paro), o incluso un no aterrizaje (crecimiento e inflación en alza y desempleo a la baja).
En esta primera mitad de 2024, la ausencia de turbulencias ha aumentado el optimismo de los inversores (impulsado significativamente por el auge de la inteligencia artificial), descontando cada vez con mayor probabilidad el escenario perfecto: la desinflación se ha confirmado con tasas de variación de precios intermensuales más bajas y una normalización de muchas de las variables macroeconómicas alteradas tras la recuperación post-pandemia.
Sin embargo, recientemente, la debilidad reflejada en el sentimiento de consumidores y empresarios se ha manifestado en los datos macroeconómicos (ISM, ventas minoristas, desempleo…), llevando al índice de sorpresas macroeconómicas de Estados Unidos a su nivel más bajo en varios años. El mercado, en lugar de preocuparse por esta debilidad reciente, parece volver al mantra de «malos datos = alzas en la renta variable», ante la expectativa de una política monetaria más laxa que evite un accidente financiero y compense la vía fiscal cada vez más agotada.
La Fed: tipos más altos por más tiempo
Había mucha expectación en el mercado acerca de la reunión de la Reserva Federal estadounidense (Fed) de junio, especialmente después de que el Banco Central Europeo (BCE) recortara los tipos una semana antes. Además, la decisión sobre política monetaria coincidió con la publicación del dato de inflación de mayo en Estados Unidos. Por primera vez en tres meses, la lectura de los precios fue más baja de lo esperado (3,3% frente al 3,4% interanual) debido principalmente a la caída de los precios energéticos. En el desglose entre inflación de servicios y de bienes, los bienes continuaron la senda desinflacionista, cayendo por segundo mes consecutivo a una tasa interanual del -1,7%, mientras que los servicios mostraron un pequeño freno en su aumento, principalmente por una ligera caída de los alquileres imputados (que representan más del 25% del IPC estadounidense).
Tras la publicación de estos datos, se produjo una caída en las rentabilidades de los bonos estadounidenses, que fue neutralizada pocas horas después por el discurso del presidente de la Fed, Jerome Powell, en la rueda de prensa posterior a la reunión. Aunque el Comité de Mercado Abierto decidió mantener los tipos de interés sin cambios, hubo varios cambios relevantes en comparación con el trimestre anterior. En particular, los miembros de la Fed con derecho a voto ahora prevén solo un recorte de tipos a lo largo de 2024 (frente a los tres esperados en la reunión de marzo) y elevaron el tipo de interés neutral en 0,25% hasta el 2,75%. Este último punto es especialmente relevante, ya que indica que la Fed reconoce que la economía estadounidense necesita tipos de interés más altos de manera estructural para controlar los precios. A pesar de ello, el mercado sigue esperando dos recortes de tipos de interés por parte de la Fed en lo que resta del año, especialmente tras el debilitamiento de los datos macroeconómicos ya mencionados.
La diversificación sigue sin pagar
Al finalizar la primera mitad del año, la tendencia de concentración en los índices sigue siendo fuerte. No es de extrañar que muchos inversores estén poniendo su atención en los resultados empresariales del segundo trimestre como un catalizador para aumentar el número de compañías que superan el rendimiento medio de los índices, y para que el mercado alcista iniciado en octubre de 2022 se vea más saludable con una mayor participación. En este sentido, el mercado espera un crecimiento de beneficios de dos dígitos (10,57% en 2024) en Estados Unidos, liderado por el sector tecnológico y de las comunicaciones, pero también con la contribución de sectores menos habituales como el financiero o el de utilities. Es importante destacar que se espera que el crecimiento de beneficios también se mantenga en términos de dos dígitos en 2025.
En Europa, el crecimiento esperado para 2024 será ligeramente negativo, después de un año 2023 en el que superaron en crecimiento a las compañías norteamericanas, debido a la falta de grandes compañías tecnológicas que impulsen el crecimiento de beneficios, junto con una débil recuperación de la demanda doméstica china y la pérdida de impulso fiscal en las principales economías (Francia y Alemania).
2024: un año electoral
Desde el inicio de 2024, se sabía que este año sería único en términos de procesos electorales. A comienzos de año, muchos análisis mencionaban las más de 100 citas electorales previstas y su posible repercusión en un panorama geopolítico alterado por las guerras en Ucrania y Palestina, y la fragmentación entre los aliados de Estados Unidos y China. Solo en junio hubo comicios en México, elecciones al Parlamento Europeo, y en Francia debido al fracaso del partido del presidente Emmanuel Macron en las anteriores. Estos resultados aumentaron la volatilidad de los activos más expuestos a estos países: el peso mexicano cayó con fuerza tras la victoria por mayoría absoluta de la candidata izquierdista Claudia Sheinbaum, y la prima de riesgo francesa se elevó a 80 puntos básicos tras la victoria del partido de M. Le Pen en la primera vuelta de las elecciones legislativas.
Más allá de los resultados electorales, el riesgo geopolítico ha ido aumentando junto con la incertidumbre. Esta incertidumbre también se ha sentido en Estados Unidos de cara a las elecciones presidenciales de noviembre. De hecho, la controvertida actuación del actual presidente demócrata Joe Biden en un primer debate con su oponente Donald Trump aumentó las posibilidades del candidato republicano de ser reelegido, lo que ha llevado a un aumento en la TIR de los bonos ligados a la inflación y un rally en los segmentos más cíclicos del mercado.
En los próximos meses, el ruido político aumentará y compartirá protagonismo con las decisiones de los bancos centrales, que, desde nuestro punto de vista, siguen siendo los actores principales en el devenir de los mercados a medio y largo plazo.
Conclusiones: las perspectivas siguen siendo buenas
La primera mitad del año ha tenido un resultado bastante sólido para la economía mundial: las previsiones de crecimiento se han ajustado al alza y los activos de riesgo han superado a los de carácter más defensivo. Aunque el panorama general para el resto del año sigue siendo favorable, especialmente en términos de beneficios empresariales, la reciente debilidad de algunos datos macroeconómicos, la falta de nuevo estímulo fiscal, la falta de progreso en la moderación de la inflación y una política monetaria todavía restrictiva presentan algunos riesgos que es conveniente tener en cuenta al confeccionar las carteras.