Después de años de trabajo y esfuerzo, la «vida del jubilado» es una meta que muchos anhelan: una etapa sin obligaciones laborales y, al menos en teoría, sin preocupaciones. Sin embargo, este merecido descanso no está libre de incertidumbres: ¿cuál será el monto de mi pensión? ¿Será suficiente para mantener mi estilo de vida? La clave para reducir esta incertidumbre es, sin duda, una adecuada planificación del ahorro para la jubilación.
Aunque países como España disponen de generosas prestaciones públicas, las dudas sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones hacen necesario considerar alternativas de ahorro para cuando llegue el tan esperado momento de la jubilación.
El último informe demográfico de MAPFRE Economics destaca un dato relevante: en 2024, las personas de 65 años o más representan el 20,4 % de la población, y se espera que alcancen un 27,5 % en 2045, un 30,8 % en 2065, y el 32,9 % hacia finales de siglo. El informe concluye que la transición demográfica aumentará «de forma progresiva la presión sobre los sistemas sanitarios y de pensiones».
Por ello, complementar la pensión pública con instrumentos de ahorro individual es fundamental. Los planes de pensiones son de los productos más utilizados para este fin, y en este artículo te explicamos todo lo que necesitas saber sobre ellos.
¿Qué es un plan de pensiones?
Un plan de pensiones es un producto de ahorro a largo plazo con un objetivo principal: obtener un rendimiento de los ahorros acumulados e invertidos durante un periodo extenso de tiempo, que se recuperarán al momento de la jubilación u otros eventos como incapacidad, dependencia, fallecimiento, desempleo de larga duración, enfermedad grave o despido involuntario.
Este instrumento se construye a partir de las aportaciones periódicas o puntuales del partícipe. Dicho dinero no permanece estático hasta su rescate, sino que, durante la vigencia del plan, es invertido por un equipo gestor especializado.
¿Cómo se invierte el dinero de las aportaciones?
La estrategia de inversión se decide en base a criterios de rentabilidad y riesgo predefinidos, que varían según factores como la edad o la capacidad de ahorro del partícipe.
¿Cuánto se puede aportar a un plan de pensiones?
Las aportaciones a un plan de pensiones están sujetas a ciertos límites fiscales para su deducción en la base imponible del IRPF, aunque hay excepciones. La aportación máxima anual a un plan de pensiones individual es de 1.500 euros, pero puede variar según la normativa vigente y ciertos casos particulares, como los planes de pensiones de empleo simplificados para autónomos (hasta 5.750 euros) o los planes de pensiones de empleo (hasta 10.000 euros entre aportaciones de empresa y empleado).
Además, quienes tengan un cónyuge con ingresos netos por trabajo o actividades económicas inferiores a 8.000 euros anuales, podrán aportar hasta 1.000 euros al plan de su cónyuge. También existen exenciones para personas con discapacidad reconocida, quienes pueden aportar hasta 24.250 euros anuales.
Es importante recordar que las aportaciones no son obligatorias; el partícipe puede suspenderlas o reanudarlas en cualquier momento.
Tipos de planes de pensiones
Los planes de pensiones son instrumentos de inversión, y las aportaciones se invierten para maximizar la rentabilidad. El tipo de inversiones depende del perfil de riesgo del cliente. Las principales categorías son:
- Planes de renta fija: Invierten principalmente en instrumentos de deuda, que pueden variar en plazo de vencimiento (corto o largo) y en el tipo de emisor (público o privado). Son de menor riesgo pero con una rentabilidad potencial inferior.
- Planes de renta variable: Invierten en activos de mayor riesgo y potencial de rentabilidad que la renta fija, destinados a perfiles más tolerantes al riesgo.
Además, existen planes mixtos que combinan renta fija y variable según el perfil del partícipe, y planes garantizados, que aseguran la recuperación del 100 % del dinero invertido en el momento del rescate, salvo que este sea anticipado.
Otra modalidad son los planes de ciclo de vida, que ajustan la distribución de inversiones según el tiempo restante hasta la jubilación, incrementando el porcentaje de renta fija a medida que se acerca la fecha de retiro, para reducir el riesgo asumido.
Estos planes facilitan el ahorro desde edades tempranas con la garantía de que la estrategia de inversión se ajustará a la etapa de vida del partícipe.