Muchas veces dicen que no conviene hacer las cosas rápido. Que para hacer bien todo hay que ir despacio. Sin embargo, cuando estamos hablando de un proceso de selección esto no es así para nada.
¿Que por qué no? En primer lugar, tenemos que tener en cuenta que el proceso selectivo se inicia cuando hay una necesidad. Por eso, cada día que esta plaza o vacante no está siendo cubierta, no estamos satisfaciendo esta necesidad y hacemos que nuestra empresa no esté trabajando a su pleno rendimiento como sí haría de estar contratada esa persona.
En otras ocasiones, el proceso de selección va seguido de un proceso de formación y aprendizaje. Es decir, que un proceso de selección rápido no implica el hecho de que el trabjaador o trabajadora empiece a trabajar de forma instantánea, con lo que la vacante estará sin cubrir “de facto” mucho más tiempo.
El proceso de selección rápido es vital para el desarrollo empresarial
Pero la necesidad de un proceso de selección rápido no se debe únicamente a una urgencia por que comience a trabajar nuestro empleado o empleada. Al contrario, en muchas ocasiones, un proceso de selección lento puede hacer que un buen candidato o candidata acabe siendo fichado por otra empresa que ofrece más seguridad o mejores condiciones rápidamente.
Tenemos que tener en cuenta que, mientras nuestra empresa no haga una oferta en firme al trabajador que quiere contratar, éste estará tentado de irse con otras empresas o aceptar otras ofertas. Esto es especialmente importante en los procesos de selección de grandes talentos o empleados altamente especializados.
Otra de las razones por las que conviene hacer un proceso de selección rápido, además de para retener el talento y para hacer que la empresa produzca a plena capacidad cuanto antes, es de índole económica o legal. Tenemos que tener en cuenta que cuando se hace un proceso de selección que se eterniza, las condiciones laborales o contractuales podrían cambiar así como la antigüedad.
Esto es especialmente cierto en circunstancias como las actuales, en las que hay una cierta dosis de inestabilidad política que puede traducirse en cambios legislativos con los que debemos contar antes de formalizar un contrato de trabajo. ¿Te imaginas la posibilidad de sacar una plaza con unas condiciones de trabajo y un sueldo determinados y que, antes de que acabase ese proceso, esas condiciones debiesen ser modificadas por un nuevo convenio o norma laboral?
Por otra parte, una ventaja que tiene el gestionar con rapidez un proceso de selección es no ya de índole económica o legal sino psicológica. Los procesos de selección pueden ser estresantes y una dura prueba tanto para los aspirantes como para los managers de la empresa que deben intervenir en algún momento del procedimiento. Por eso, cuanto menos tarde este proceso y más ágil sea, más descansados y menos estrés tendrán cada una de las partes involucradas.
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