A veces creemos que no somos capaces de algo hasta que nos ponemos a prueba.
Los cambios cuestan y siempre ponemos mil excusas para no hacerlos. Esto ocurre bastante con el tema de las webs: últimamente he coincidido con media docena de firmas que llevan un año reformándola, que no acaban de dar el paso. Quizás buscan el momento idóneo, pero realmente no llega nunca. A veces hay que liarse la manta a la cabeza, porque sino entre tanta duda no avanzamos.
El otro día hablando con Javier Quílez, de GEFICE, S.L., me contaba que esta crisis les había puesto a prueba. Había demostrado que muchas decisiones postpuestas a lo largo de los años, de repente se habían impuesto con naturalidad. Sobre todo en lo relativo a las nuevas tecnologías y el teletrabajo.
Hacía tiempo que habían barajado la posibilidad de combinar el trabajo presencial con el remoto, pero nunca se habían sentido preparados suficientemente. Y de repente, en una semana, las dudas se disiparon. Hasta tal punto que se están planteando que quizás el futuro pasa por llegar a un equilibrio entre las dos formas de trabajar
Yo pienso que a menudo la perfección va reñida con avanzar. A veces hay que tirar millas, porque de tanto esperar el día perfecto se nos acaba pasando
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