María Victoria Vega Sánchez, abogada, socia fundadora y codirectora de VDT Abogados
SOY MUJER como las muchas que cada día, semana, mes y año, han pasado por mi vida personal y profesional, las que continuaran pasando y dejando huella.
SOY ABOGADA, y me entusiasma mi profesión, siempre digo que hay dos tipos de abogados: racionales y pasionales. Los primeros, son aquellos que saben desconectar al salir de un despacho, de un juzgado, de una cárcel y volver a su vida sin dejar rastro sentimental de lo que acaban de vivir. Los segundos, no saben desconectase de lo anterior porque viven cada instante lo que hacen, las consecuencias, la grandiosidad de poder ayudar a una persona que sufre, saber habitar el dolor ajeno como si fuera propio….por suerte o desgracia, yo soy del segundo grupo. También, por experiencia, los del segundo grupo son mayoría en el turno de oficio.
La justicia gratuita es necesaria y absolutamente imprescindible en cualquier Estado de derecho, son muchas las mujeres que necesitan ayuda legal y desafortunadamente carecen de recursos económicos para acceder a la defensa de sus derechos.
Me siento orgullosa de ambas cosas, ser MUJER me ha dado la capacidad de saber entender que puede estar pasando otra mujer que acude pidiendo ayuda desesperada ante un problema legal y sin recursos económicos, muchas veces por maltrato o por abusos sexuales, meterme en su piel, escuchar con ternura, que sienta esa ayuda que va a recibir y la entrega incondicional que desde ese momento tendrá en forma de apoyo y defensa por mi parte. Hacerle ver que nunca más estará sola ante sus miedos, porque a pesar de no tener tiempo y estar saturada de casos, siempre estaré al otro lado del teléfono o buscando hueco para una reunión, cuando me necesite. Cuando se acepta defender una causa, hay que adquirir el compromiso de hacer el trabajo de forma incondicional, por eso tengo la suerte de ser lo segundo, ABOGADA con mayúsculas, esa digna profesión que me hace sentir útil cada vez que ejerzo como tal en cualquier causa de las que he adquirido el compromiso.
Cuando acabas la carrera de Derecho, no sabes nada de la práctica jurídica porque eso no se aprende en la Universidad. A través del turno de oficio, de patear juzgados y vivir la experiencia del ejercicio profesional en vivo y en directo, empiezas a entender que lo que has estudiado solamente será una herramienta de conocimiento en esa andadura profesional, pero que ser persona y tener la capacidad de poder transmitir seguridad a alguien que está poniendo su vida en tus manos, va a ser igual de importante.
Ponerme la toga y poder ir al Juzgado a defender los derechos de muchas mujeres, es un privilegio diario, un camino duro y difícil, no exento de miles de piedras, pasional y elegido vocacionalmente.
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