Entrevistamos a Lluís M. Garrido Gómez, socio director de CADE Consultors, un profesional con más de 22 años de experiencia en el sector.
¿Nos puedes hablar de tu trayectoria profesional?
Mi primer trabajo lo desempeñé en la banca allá por el año 1987, el antiguo Banco de Europa, absorbido hace ya muchos años por la actual Caixabank, donde ejercí tareas de controller. Posteriormente seguí realizando funciones directivas en empresas de carácter industrial, como Genfins, S.A. y Quiminter, S.A., específicamente en el ámbito financiero. No fue hasta 1997 cuando opté por dar una nueva orientación a mi carrera profesional, y tras la realización de un postgrado de fiscalidad decidí centrarme en el ámbito del asesoramiento legal a las empresas.
Ésa es la especialidad en la que me he centrado desde entonces, y en la que combinado mis conocimientos técnicos y económicos obtenidos en mi licenciatura de empresariales y los del ámbito jurídico, al haber cursado la licenciatura de derecho. Ello me ha permitido trabajar en firmas modestas, pero al lado de grandes profesionales como han sido los despachos de Planificación Jurídica, Rius Consultors Associats y Cade Consultors, firma esta última de la que soy Socio Director desde hace 10 años.
¿Cuándo se fundó CADE y cómo ha evolucionado la firma desde entonces?
El origen de CADE se remonta al año 1966, cuando fue fundada en Terrassa la sociedad CENTRO ADMINISTRATIVO DE EMPRESAS, S.L., para asesorar y dar apoyo externo a las empresas en las áreas contable, financiera y fiscal.
A principios de los años ochenta, llegó una renovación sustancial de los socios, que relanzaron al despacho ampliando la cartera de clientes e incorporando las nuevas tecnologías de tratamiento de la información para mejorar el nivel del servicio.
Así, en 1986, se añadieron los servicios jurídicos, y esa progresiva incorporación de profesionales del derecho se convirtió en un apoyo transversal a todos los servicios que ofrece el despacho.
¿Qué servicios prestan actualmente?´
Ofrecemos asesoramiento en la práctica totalidad del derecho de empresa, desde asesoramiento fiscal, contable, laboral, jurídico, financiero y mediación hasta consultoría estratégica. Desde hace ya un tiempo, los servicios relacionados con reestructuraciones empresariales se han convertido en una de nuestras especialidades, junto con los procesos de insolvencia.
¿A quiénes van dirigidos?
El perfil de nuestro cliente es la pequeña y mediana empresa y, en general, cualquier emprendedor que necesite disponer de un buen asesoramiento que le garantice no sólo el cumplimiento de sus obligaciones legales, sino que le acompañe en su día a día, con la confianza de saber que en cada momento dispondrá de los mejores consejos para gestionar su crecimiento.
¿Cuáles creen que son los elementos diferenciales de su firma? ¿Cuál es el valor añadido de los Servicios que prestan?
El hecho de ser un despacho de dimensiones reducidas, pero contar con valiosos profesionales especialistas en diferentes áreas del derecho empresarial, todos ellos con gran experiencia, nos permite dar una atención muy personalizada y de gran valor añadido a nuestros clientes, a un precio significativamente inferior al que pueden ofrecer las grandes firmas.
Más de 50 años de trayectoria empresarial nos avalan y nuestro reto es persistir en la mejora del servicio y satisfacción a nuestros clientes.
¿Desde el punto de vista del ordenamiento legal actual, qué es lo que más le preocupa?
Sin duda y centrándonos en el país donde prestamos la práctica totalidad de nuestros servicios que es España, nos preocupa el alto índice de cambios en las diferentes normas con las que los profesionales del derecho debemos enfrentarnos. En nuestro país existe una creciente hipertrofia legislativa y una exagerada reglamentación, especialmente a nivel autonómico. Ello hace que en España (de acuerdo con cifras del Consejo General de Colegios de Economistas), se rellenen más de 700.000 páginas cada año sólo con el contenido de los boletines oficiales de las distintas Administraciones.
En cambio, en Alemania, con casi el doble de población, apenas necesita 5.000 folios. Ello da una idea de lo excesivamente intrincado de nuestro ordenamiento legal, que sin duda va en detrimento de una mayor operatividad de los diferentes agentes económicos.
Además, los cambios normativos no sólo son excesivos, sino que se producen con tanta rapidez que ofrecen poca seguridad jurídica a cualquier planteamiento o estrategia de carácter legal que puede ofrecerse desde el despacho. Desgraciadamente esto es lo que hay, y con ello debemos lidiar.
¿Hacia dónde va CADE? ¿Cuál es su proyecto de futuro?
En los despachos profesionales se realizan básicamente dos tipos de servicios: los de gestión o trámite que poco a poco se van viendo reducidos por los avances tecnológicos, la automatización de procesos, la digitalización, etc., que los convierten en commodities, o sencillamente innecesarios debido al papel cada vez más activo que asumen las administraciones públicas (cálculo y liquidación de impuestos, seguros sociales, contabilidad, etc.), y los de asesoramiento o consejo, que entendemos que van muy vinculados a la transformación de las organizaciones.
Sin desatender el primero, y apostando por estar a la vanguardia de estas tecnologías que simplifican los procesos y acercan el servicio al cliente, desde CADE vemos que el papel de los despachos legales en el futuro están más vinculados con el propio papel del abogado, que cada vez más deberá actuar como un consejero que ayude a la transformación de las organizaciones, nuestros clientes, en los diferentes ámbitos.
Es aquí donde queremos centrar nuestros esfuerzos: en la incorporación de talento y la búsqueda de modelos de aprendizaje continuo de nuestros profesionales para poder responder a los retos que nos plantea el futuro del asesoramiento legal.