Rafael Ruiz Montero opina sobre la regulación del trabajo a distancia, el Plan de Igualdad y las medidas reguladas en el RDL 30/2020
¿Qué opinas de la nueva regulación del trabajo a distancia? ¿Protege o más bien complica?
En mi opinión se trata de un brindis al sol, con una redacción final mucho más genérica de la que tenían los anteproyectos que circularon mientras se negociaba.
En realidad está dejando casi todo lo sustancial de la norma en manos de la negociación futura en los convenios sectoriales o de empresa. De modo que más parece un acuerdo de intenciones que una ley.
Mi previsión es que tendrá una implantación mínima, pues con el margen del 30% de actividad laboral fuera del centro de trabajo para que sea de aplicación esta ley, creo que el resultado final será que las empresas estructuraremos la semana laboral con cuatro días de trabajo presencial y un día de trabajo a distancia, de modo que no entremos en el marco de aplicación de esta norma.
Es una norma que supone más gasto para la empresa que el ahorro que podría traer, puesto que la voluntariedad y reversibilidad del teletrabajo en cualquier momento y a petición del trabajador obliga a la empresa a mantener los puestos físicos en un centro de trabajo, de modo que no tiene ahorro en alquileres de oficina, como se decía en las ruedas de prensa; ya que en cualquier momento los trabajadores tienen derecho a volver a su puesto presencial.
¿Y de las nuevas medidas reguladas en el RDL 30/2020, de 29 de septiembre?
No le quedaba más remedio al Gobierno que prorrogar las ayudas, pues la debilidad de nuestra estructura productiva hace que miles de empresas pendan de un hilo en este momento.
No obstante, no basta con publicar normas en el BOE para que el sistema funcione. Ha quedado más que probado en estos meses que si la función pública no cumple con su cometido en el engranaje del sistema económico español, de poco o nada servirán muchas de las medidas publicadas.
Si por estar las oficinas públicas cerradas un trabajador no tiene cita hasta dentro de 3 meses para conseguir su prestación por desempleo, y mientras no entra un euro en su familia, de nada sirve que publiquen ayudas, pues el trabajador acabará teniendo que ir a un banco de alimentos para que su familia pueda comer.
¿Qué opinas del Plan de igualdad?
El mero hecho de que haya que legislar en el Siglo XXI sobre la igualdad entre hombres y mujeres, entre personas, ya me provoca una profunda tristeza.
Me provoca la sensación de que los gobiernos tienen que regular cuestiones que forman parte del derecho natural, como el “no matarás”.
Es muy decepcionante que a estas alturas de la humanidad sigamos dedicando chorros de tinta, dinero y esfuerzos a intentar concienciar a la población de que mujeres y hombres somos iguales en el ámbito profesional; de que hay que acudir al mercado laboral a buscar personas y no géneros. Y hay que retribuir a esas personas en función de su valía.
Siempre he defendido una teoría. Aquellos que dicen no contratar a una mujer porque se puede quedar embarazada y estar cuatro meses fuera de la empresa, pueden contratar a un hombre que haga deporte y no fume, para minimizar riesgos; y que el hombre se rompa la pierna de manera desafortunada esquiando y pase los mismos cuatro meses en cama.
En el fondo volvemos a la esencia, la actitud de las personas. Y aunque cada paso en legislación de igualdad sea sin duda importante, aunque no debería ser necesario; no sé en qué medida puede ayudar a cambiar la actitud de las personas.