Entrevistamos a Rafael Alonso, Socio Director de la oficina de Madrid de Squire Patton Boggs, firma que acaba de fusionarse con el despacho japonés Mamiya Law.
Squire Patton Boggs acaba de fusionarse con la firma japonesa Mamiya Law, ¿qué características comunes tienen ambas firmas para que hayan podido llegar a este acuerdo?
Complementariedad cultural y cultura internacional con un servicio personalista hacia los clientes es lo que ha hecho posible esta nueva fusión entre Squire Patton Boggs y la firma Mamiya Law como ha sido, asimismo, el caso en nuestras recientes fusiones internacionales Squire Sanders
Está claro que se trata de un paso más dentro del camino de la internacionalización de su firma. ¿En qué países tiene actualmente presencia Squire Patton Boggs? ¿En qué países tienen previsto ampliar su ámbito de acción próximamente?
Ahora mismo la firma cuenta con 44 oficinas propias en 21 países distribuidas en Europa, América y ASIA. No se descarta reforzar nuestra presencia en Asia e intensificar nuestra estrategia en África y América Latina.
En este proceso de internacionalización ¿cómo salvan las claras diferencias culturales y legales con las que se van encontrando?
Nuestras oficinas actúan como lazo de acercamiento y conexión entre el cliente y el país en que atendemos sus necesidades internacionales. En cada oficina de su país de origen dispone el cliente de un socio de confianza a quien encomendar sus necesidades legales internacionales y la gestión de sus asuntos legales a través de otros profesionales y áreas de práctica de la firma que dicho socio supervisará y coordinará.
Partiendo que todas las dificultades son salvables, ¿dónde lo han tenido más difícil?
Siendo una firma tan grande creada en el 2011 nos ha llevado un tiempo integrar a las personas y a las prácticas legales pero al fin se ha conseguido con mucho éxito para asegurar un servicio internacional uniforme y de calidad para el cliente, lo que ha permitido que seamos una firma realmente global capaz de dar servicio a multitud de clientes de diferentes sectores e industrias en cualquier parte del mundo.
¿Qué es lo más complicado en un proceso de fusión?
Integrar personas y culturas y cambiar las mentalidades. Cada vez somos una firma más global y eso hace que las personas que trabajamos en Squire Patton Boggs tengamos que aprender a desenvolvernos en un mercado y en un mundo cada vez más global y menos local.
¿Es difícil que una firma pueda sobrevivir sin una clara vocación internacional?
No lo creo, estamos en una economía global interdependiente que afecta también al día a día de las empresas locales que precisan de su internacionalización para sobrevivir. La crisis en España lo ha puesto de manifiesto.